Estando
en el norte, decir west coast es decir; California, San Francisco, Portland
(tan de moda hoy), Las Vegas. Pero en mi viaje hacia los territorios recostados
sobre el oeste de Estados Unidos, no visite ninguno de los mencionados. En su
lugar fui a Park City, Utah a visitar a una gran amiga y su familia. La ciudad
era divina, a 1300 mts. sobre el nivel del mar. Rodeada de montañas, es un
reconocido lugar para practicar deportes de nieve. También es sede del Sundance
Festival, pero lamentablemente, no pudimos ir por razones climáticas y/o de
voluntad.
Una vez
en Sin City (asi suelen/solían llamar a Park City los mormones, que tienen su
Headquarter en Utah). Flor y yo emprendimos nuestro viaje a Zion National Park.
Si hay algo que recomendaría hacer en Estados Unidos es hacer la mayor cantidad
de Roadtrips que les sea posible. Pero no me quiero adelantar. Nuestro viaje
comenzó con algunos contratiempos. Una hora de viaje y al detenernos en una estación
de servicio me percaté que mi billetera no estaba donde debía, es decir;
conmigo. Por lo que tuvimos que dar la vuelta. Eran las 7 am, la vuelta iba a
suponer dos horas de retraso, en un viaje que debía ser de 6 horas, y a eso
debíamos sumarle una parada para comprar algunas cosas que estábamos
necesitando para acampar. El viaje que en un momento tenía como hora de llegada
el mediodía, pasó automáticamente a tener como hora de llegada a las 3 de la
tarde. Considerando que era verano y que las zonas de camping son bastantes
limitadas, corríamos el riesgo de quedarnos sin lugar, pero aún así, decidimos
intentarlo.
El camino
era bastante directo por lo que nos mantuvimos en la misma ruta durante la
mayoría del trayecto. El paisaje ofrecido variaba entre grandes ciudades como
Salt Lake City, a pequeños pueblos, a rest stops perdidos por el camino y
claro, The Rockies a nuestro lado y en el horizonte. A medida que nos
acercábamos a destino, el paisaje iba cambiando, el verde dejaba lugar a un
paisaje desértico, que hasta entonces, sólo había visto en las películas. A
unas 80 millas de la entrada sur del parque, nos cruzamos con la entrada
norte, usada mayormente por hikers un
poco mas experimentados. En ésta, además
de proporcionarme la información de cómo llegar a la entrada sur, nos
mencionaron que no había lugar disponible en el área de camping. La mala
fortuna parecía perseguirnos. Pero no por mucho tiempo, justo mientras
volvíamos a meternos a la autopista, nos topamos con dos jóvenes que estaban
haciendo dedo, y como teníamos lugar disponible, decidimos levantarlos. Eran
dos jóvenes franceses que habían recorrido el parque en 3-4 días y estaban
volviendo a la entrada sur a buscar su auto para proseguir su aventura hacia
Bryce Canyon. Ellos nos mostraron como llegar, y también, nos facilitaron la
entrada al parque con su pase anual. De esos momentos en los que reis y pensás,
“Ja! La típica uruguaya, colarse al parque sin pagar entrada”. En ese momento
ya nos habíamos ahorrado los 25 dólares diarios que cobran por dejar entrar un
auto al parque. G O L A Z O. Pero todavía teníamos que encontrar un lugar para
acampar, cosa que a priori no parecía una tarea sencilla. Recorrimos ambos
campings sin suerte alguna, parecía que nos deparaba una noche durmiendo en el
auto, pero justo una Park Ranger que cuidadaba uno de los campings nos comento
que había una pareja que estaba buscando compartir su área de camping, y
obviamente ahí fuimos, les dejamos una nota avisándoles que queríamos compartir
y nos tiramos en el pasto a descansar, con la esperanza de que todo saliera bien.
La respuesta no llegaba, y para peor, nos percatamos que nunca habíamos
comprado comida ni agua, por lo que debíamos salir del parque y arriesgar
nuestra entrada gratis en pos de nuestra supervivencia. Lo hicimos, y luego
paramos a cenar en un restaurant mexicano, dónde guacamole de por medio,
recibimos un llamado confirmándonos que teníamos lugar para acampar. No nos
importaba pagar lo que debíamos, y volvimos emocionados al parque, para
encontrarnos con que las casillas a la entrada estaban vacías y las barreras
levantadas. A esta altura, la mala fortuna se había quedado en Park City. Esa noche nos quedamos con una pareja de New Jersey, quienes nos recomendaron que
trails valían la pena, y que otros quizás, no lo valían tanto. Esa noche
acampamos debajo de un árbol, con una noche despejada, y la luna casi llena,
jugando a las escondidas detrás de las montañas.
Al otro
día comenzamos nuestra aventura, 6:30 am. Angel’s Landing era nuestro destino.
El templo de Eolo, un monolito natural de casi 600 mts (lo cual puede no sonar
a mucho, pero considerando que era en constante precipicio, lo hacia un poco
más intenso). La entrada no era muy esperanzadora, un cartel avisaba que desde
2004, seis personas habían muerto en el trayecto. Nos reímos, cómo para esconder
un poco el nerviosismo, y seguimos. El senderismo tiene su forma de alejarte de
la laptop, el celular, la tele. De mantenerte activo, de hacerte sentir vivo.
Subimos el trayecto en poco mas de 2 horas. Comiamos Beef Jerky y nos
manteníamos constantemente hidratados. Mirábamos incrédulos hacia el
precipicio y jugábamos a no tener miedo, pero nuestras rodillas se empeñaban en
decir lo contrario. La bajada ofreció cierto alivio, una vez que salimos de la
parte más “peligrosa”. Para el mediodía, y con 100 Fahrenheit de temperatura
(casi 38 grados centígrados), el desierto nos ofrecía su cara mas cruel.
Extenuados, optamos por tomar una siesta luego de almorzar. Para recargar un
poco de energías. Luego de la siesta, nos dirigimos al rio que estaba debajo de
nuestro camping a unos 100 metros. Nos limpiamos un poco y luego pusimos las
reposeras en el agua y nos sentamos a leer un rato. Para la tarde, teníamos
pensado hacer Weeping Rock, un sendero corto que se podía hacer en media hora.
El
trayecto comenzó bien, eran las 18:30, el último shuttle pasaba 21:30 por lo no
debíamos tener problemas. Pero así como lo estoy avisando, ya pueden ir
imaginándose que estaba por suceder. Como era un trail corto, decidimos ir de
chancletas. Flor tenía una ampolla por la escalada de la mañana y a mi me
encanta andar en chancletas por lo que ambos estábamos contentos con nuestra
decisión. Luego de 45 minutos de caminar montaña arriba, comenzábamos a
sospechar que algo no cerraba. Pero como buenos uruguayos con fiebre mundial,
seguimos adelante. Minutos más tarde, nos encontramos con un par de hikers,
padre e hijo, quienes nos avisaron que no estábamos en el camino a Weeping
Rock, nos habíamos desviado bien al comienzo y estábamos a tres cuartos (que
resultó ser mas como la mitad) de camino hacia Hidden Canyon, otra de las
atracciones mas peligrosas y extenuantes del parque, en chancletas. Pero no por
mucho tiempo, cuando el camino se hizo mas arenoso y debíamos recorrer el
contorno de la montaña, con una caída libre bajo nuestras narices, decidimos
hacer la de Mowgly y nos descalzamos, más charrúa imposible. Terminamos Hidden
Canyon descalzos y la sensación de haberlo logrado en esas circunstancias nos
lleno de alegría, allá arriba, mientras mirábamos águilas que sobrevolaban las
montañas, en constante vigilia de su inmenso territorio. Nos sentamos a
descansar, tomar fotos y comer algo. Pero desgraciadamente, no teníamos tiempo
para mucho mas. Eran las 19:30 y teníamos casi dos horas de camino hacia abajo,
antes de que pasara el shuttle que nos llevaría al camping, si lo perdíamos,
eran unas cuantas millas -el bus demoraba 20 minutos- para caminar, sobretodo después de un día en
el que estuvimos tantas horas escalando/caminando. Pero llegamos justo a tiempo
para el ultimo shuttle y volvimos al camping con una sensación de haber tenido
un gran día, que no tuvimos mejor idea que volver al pueblo, a nuestro
restaurant mexicano por nuestro guacamole. A esta altura, el mozo ya nos
reconocía. Luego de semejante día, nada mas ameno que un cigarrito mientras
conversábamos sobre el devenir de nuestras vidas y nuestros tormentos. Cómo
para hacer catarsis y terminar el día sintiendo que cada segundo de éste fue
aprovechado. En esta era de los celulares, eso es algo bastante difícil, al
menos en lo personal.
Fue un viaje que surgió repentinamente, y termino siendo increíble. Espero en un futuro poder seguir escalando con amigos y conociendo lugares cómo estos.
Angels Landing // Zion National Park! from Florencia Mieres Van der Werf on Vimeo.
Acá les dejo algunas fotos y un videito de lo relatado!